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Devoradx 2
Devorarme

Mientras leía el fragmento del Manifiesto antropófago y lo relacionaba con las preguntas sobre
la identidad mexicana, me vinieron a la cabeza muchas imágenes mentales de como ésta es
concebida desde una mirada externa, por ejemplo en películas (no pude ignorar el tono sepia y
amarillo que siempre ponen al hablar de México), pero también desde la mirada interna.
Intenté elaborar algo más allá de las imágenes tradicionales de los charros, las mujeres
con trajes típicos, la mirada indígena en general y la romantización que ésta implica en el
imaginario colectivo.

La primera palabra que me llegó a la cabeza fue un “Mande”, un tanto por pensar en la
respuesta colonizada que se daba/da, pero también por la relación tanto más personal que yo
tengo con ella y ahí fue inmediata la relación con la respuesta que siempre me da mi papá y
abuelo al decirles ¿qué? o dime: “No se dice qué, se dice mande” y al poner los ojos en las
personas que me lo dicen, fue muy difícil ignorar el machismo que se enmarca, finalmente son
dos hombres los que me lo dicen, claro, a mi, una mujer, y entonces fue ahí donde me topé
con un concepto, una palabra, que pone en evidencia “el concepto enraizado en la cultura
mexicana que quiero eliminar, repensar, transformar”.
El Mande, me botó muchas interrogantes y cuestionamientos sobre dónde estoy posicionada
como mujer en México, en Santa Ana Chiautempan, en mi familia; cómo todas las respuestas
que debo dar tienen que ser muy pensadas porque si no son “correctas”, hay consecuencias al
respecto… ¡qué novedad!

Al Mande me lo trago ahora mismo.

Al Mande lo desecho de mi sistema, del sistema en general.

Al Mande le digo adiós en forma de maíz con mayonesa y queso.
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